
Cameron Highlands
Aquellos largos pasillos de futuro té.
MALASIA
No ha sido la primera vez que he estado en una plantación de té; ya visité hace algunos años el norte de Tailandia, donde también hay grandes extensiones de este arbusto.
Esta vez también me quedé con la sensación de estar participando, en parte, de una atracción turística hecha por y para los visitantes de ciudad (como yo) que ni siquiera intuyen cómo nace eso que oscurece y saboriza el agua de su tacita.
Sin embargo, es innegable que el paisaje impresiona y te hace sentir pequeñita.
Las plantaciones de té de Cameron Highlands abastecen a todo Malasia (y algún que otro país de los alrededores, pero en una cantidad muy pequeña). Para conocerlas, nos acompaña Boo, el cual se declara orgullosamente nacido en Cameron Highlands, pero de familia india (la combinación malaya de procedencias es maravillosa). Es él quien nos explica todo lo que no sabemos del té, que es mucho. Nos llama la atención que el cultivo de esta planta ya no interesa demasiado a los malayos y se lo dejan a temporeros de otros países como Bangladés o Nepal.
Lo que sí me fascinó fue la visita a la fábrica del té. En ella, no nos dejaban hacer fotos y nos obligan a andar rápido, yo creo que para que no nos fijáramos demasiado en los detalles. A pesar de todo, fue interesante ver a través de las mamparas a todos esos trabajadores preparando las bolsitas que luego llegan a nuestra mesa.
No soy muy de té (y eso que me he empeñado en varias ocasiones en que me guste), pero diría que este que probamos me supo exactamente igual que todos los anteriores; un té más.
No me atreví a expresarlo en voz alta para no delatar mi lastimero paladar hasta que una familia marroquí que nos acompañaba (maravillosos, por cierto) dijo en voz alta lo que D y yo estábamos pensando: sin más. Y ellos, sí que son expertos.
No ha estado mal pasar unos días en Cameron Highlands.
María Machado





