
400 y no sé cuántos días para un viaje sin billete de vuelta
Esperar más de un año es complicado, pero muy necesario
400 y no sé cuántos días. Ese es el tiempo que llevamos esperando el 16 de abril de 2024 (fecha en la que cogeremos el primero de muchos más vuelos solo de ida).
No voy a caer en el tópico de que la espera desespera (aunque durante este periodo yo también lo he sentido). En nuestro caso, quiero creer que la espera ha fructificado. Y el fruto que nos ha regalado ha sido la paciencia. Porque, igual que los plátanos no salen de las bandejas de los supermercados (algo que nos deberían enseñar más a menudo a los niños de ciudad), la paciencia hay que cultivarla, sufrirla, desearla y practicarla. Y en estos 400 y no sé cuántos días, te aseguro que la hemos puesto a prueba.
Desde luego que este viaje sin billete de vuelta es un sueño por cumplir. Si esta expresión te suena muy cursi, te la puedo cambiar y decirte que es un desafío por realizar, una oportunidad de crecimiento, una búsqueda de mi yo interior, una experiencia para salir de mi zona de confort (odio esta frase)… Y puede que, en parte, este viaje también tenga un poco de todo ello. Pero, ante todo, es un sueño.
Sin embargo, no me parece justo, ni para la María del futuro ni para la propia experiencia de viajar, cargar este proyecto de la carga fantabulosa que tienen los sueños. Sería demasiada presión depositada sobre su proceso y desarrollo.


Supongo que todo es aprender a hacer una buena gestión de las expectativas, algo que, confieso abiertamente, se me da fatal. Tendré que seguir trabajándolo en los próximos 400 y no sé cuántos días.