Dani Errántez y su templo favorito de Bali

Visitamos el templo Goa Ganaj en la más absoluta y plácida soledad

Tu templo favorito de Bali

DANI ERRÁNTEZ - 12/06/2024

Existe una verdad fundamental sobre los templos de Bali: tu favorito será aquel en el que menos gente te encuentres. Porque sí, tenemos que aceptarlo, la isla de los dioses está masificada. Debo añadir que se trata de una afirmación con trampa. Lo más cercano a la realidad es que para comprender de verdad Bali tienes que rebuscar un poco, meterte por caminos con mal aspecto y salirte de los itinerarios habituales.

O madrugar mucho. Aunque en algunos templos ni con eso. Pero si la suerte, las sábanas del resto de turistas y los autobuses cargados de chinos te lo permiten, puedes llegar a lugares fascinantes donde solo estés tú y las extrañas energías que envuelven sus paredes e ídolos vestidos con telas blancas y amarillas. Porque aquí, por muy desajustada que esté tu antena espiritual, notas algo, allá cada uno con el nombre que quiera darle. Admito incluso que quizá se trate de una intoxicación de humo de incienso, el resultado seguiría siendo el mismo.

Tuvimos Goa Gajah —la Cueva del elefante—, para nosotros solos. No lo dudéis, dimos gracias por ello ante los lingams —los ídolos esculpidos— de la Trimurti que nos esperaban dentro de esa boca inmensa que tuvimos que atravesar (tal y como una vez hicimos con nuestros miedos). El lugar fue creado para meditar en él. Y se nota. Cuesta muy poco trabajo dejar que la imaginación vague por sus rincones y observe a decenas de fieles meditando en silencio junto a sus cascadas, puentes y meandros. Aunque yo, que crecí fascinado por Indiana Jones, también dediqué un buen rato del recorrido a pensar en aquellos arqueólogos holandeses que redescubrieron el templo hace poco mas de cien años. Para eso existe la imaginación correctamente alimentada por libros, películas, canciones, viajes… Son la prueba definitiva de que con una vida no basta, queremos ponernos en otras pieles, en distintos sexos, en épocas a las que no llegaremos o a las que no podremos volver.