purificarse en el tirta empul de Bali

Tanto locales como turistas se purifican a través de los chorros de agua sagrada de este templo

La suerte de purificarse en el templo Tirta Empul de Bali

DANI ERRÁNTEZ - 20/06/2024

Unos minutos antes de entrar en el Tirta Empul hubiera afirmado que se trataba de Isla Mágica pero cambiando sevillanos por balineses. Ni siquiera eso, porque estaba convencido de que —hartos de turistas y parejas constituidas por fotógrafos y fotografiados—allí no iría ningún local.

Debo decir que no me lo tomé muy en serio hasta que llegué a la fuente principal y vi a más locales de los que me imaginaba elevando sus súplicas con suma entrega. Y ahí, decidí dejar secos mis prejuicios (os lo recomiendo), le entregué mi cámara a un tipo diciéndole “haz lo que puedas” y realicé con toda la formalidad y el respeto que pude el proceso de purificación.

Pide aquello que te salga del corazón, me aconsejó alguien. Y tenía razón. Puede que mi alma no haya encontrado una sola fe que subsane todas las preguntas que guardo, pero sé disfrutar de los instantes en los que percibo cosillas agradables en mi espiritualidad.

Me sentí extrañamente bien allí. Y eso nadie podrá negármelo ni arrebatármelo.

Eso sí, tanto María (que sin hablarlo tomó la misma determinación) como yo, acabamos montando una de las filas de espera más largas que se recuerdan en el templo. Supongo que alguno de los que nos miraban desde fuera, parados por culpa de esos dos españoles que estaban un buen rato delante de cada uno de los grifos, nos llamaron intensos o hierbas. No les guardo rencor, incluso en el penúltimo chorro pedí disculpas por si había molestado a alguno de aquellos fieles (en Bali aprendes que hay que cuidar el karma) y les deseé una buenas fotos.

Salí de allí feliz, tranquilo, relajado. Ni siquiera me importó tener que pasar por un puto mercadillo de varias calles mientras trataba de alcanzar la salida. Porque ya saben, vender camisetas y otras recuerdos siempre se ha llevado bien con hacer oraciones para pedir buenas energías. Demonios, quizá debí comprar aquella camiseta de alguien que me quiere mucho me trajo esta mierda desde Bali.