Cuando Nusa Penida (Indonesia) te trae un momento sin conexión

A poco más de 50 km de Bali, Nusa Penida es una de esas islas que prometen el paraíso

Nusa Penida sin conexión

MARÍA MACHADO - 14/05/2024

Ayer nos quedamos sin Internet en el peor momento.

Podría parecer un contratiempo sin importancia y para el que deberíamos estar preparados; el precio a pagar por pasar un par de noches en una isla paradisiaca. Sin embargo, habíamos planeado la jornada dedicando la mañana al ocio (fuimos a hacer un snorkel masificado pero disfrutado gracias a las mantas rayas gigantes que nos acompañaron) y la tarde, al trabajo (una semana después de comenzar el viaje, ya era hora de ponerse un poco serios).

Pero, como las cosas no siempre salen como nos gustarían (deberíamos irnos acostumbrando a ello), cuando encendimos los ordenadores nos dimos cuenta de que se había ido la luz de este lado de la isla y no podíamos conectarnos al wifi del hotel, que ya era bastante débil de por sí.

Nos quedamos sin conexión justo en el único momento en el que la necesitábamos pero, aunque lo vivimos con algo de frustración, en realidad fue una suerte.

Estar dentro de la cabaña sin aire acondicionado (porque por supuesto, tampoco funcionaba) era un infierno, así que nos salimos al jardín. Allí, me tumbé en un banco y simplemente fui; sin pensar en nada y pensándolo todo; sintiendo la brisa de las 17:30; esperando, sin demasiadas ganas, que volviera la conexión.

Al principio, parece que todo te molesta: esa mosca que te sobrevuela, la brizna de hierba que te roza y crees que es una hormiga subiendo la montaña de tus piernas, el sol que calienta más de la cuenta, el viento que enfría más de lo que esperabas… Incluso el no estar haciendo nada (cuando, en realidad, lo estás haciendo todo). Maldita productividad que aún tengo instalada en algún rincón de mi cerebro.

Hasta que de repente, en algún momento del que no has sido consciente te has relajado y te das cuenta de que, en realidad, lo estás disfrutando. Mucho.

Involuntariamente, mis ojos comienzan a seguir los movimientos de una cometa que planea sobre nuestras cabezas, al ritmo del teclear de Dani Errántez.

Qué suerte habernos quedado sin Internet en el mejor momento.