Te contamos la leyenda relacionada con la construcción de este templo hinduista cercano a Yogyakarta (Indonesia)
Aún seguimos escribiendo nuestra leyenda del Prambanan
MARÍA MACHADO - 05/07/2024
Cuentan los viejos que, hace muchos años, el príncipe Bandung Bondowoso se enamoró locamente de Rara Jonggrang, hija del rey Boko. Ella, leal a su familia y a su duelo, rechazó la propuesta de matrimonio del príncipe, ya que él era el culpable de la muerte de su amado padre.
Sin embargo, no eran buenos tiempos para las princesas. Desoyendo sus deseos, fue obligada a casarse, no sin antes fijar una condición: Bandung tenía que construirle mil templos en una sola noche.
Con tanto trabajo por delante, el príncipe pidió ayuda a todos los seres mágicos que habitan en la tierra. Juntos, construyeron lo que hoy en día son los templos de Prambanan.
Justo antes del amanecer, el príncipe había terminado 999 templos. Para evitar la hazaña y el matrimonio, la princesa corrió a despertar a todas sus doncellas y mujeres del pueblo. Les ordenó que encendieran grandes hogueras y machacaran el arroz provocando un gran estruendo. Confundidos, los gallos del poblado empezaron a cantar pensando que, al haber tanta luz y ruido, ya había amanecido. Esto asustó mucho a los seres mágicos, que huyeron sin terminar el último de los templos.
El príncipe Bandung estaba enfurecido por el engaño, por lo que decidió convertir a la princesa Rara en una bella estatua, para que estuviera a su lado toda su vida.
El día que visitamos el Prambanan, pudimos ofrecerle nuestro consuelo a la estatua de la doncella esbelta, como también se la conoce. Es ella, Rara, aunque los más incrédulos dicen que es una escultura hecha en honor a Durga, una diosa hindú.
Esta historia, y todas las que queramos crear, se respiran en los pasillos de los templos de Prambanan. El misticismo de sus relieves, lo laberíntico de sus salas, la valentía de un hierbajo que se atreve a brotar entre piedras que llevan allí más de mil años… Evocan misterio y leyenda. D y yo aún estamos escribiendo la nuestra.